Iniciar a tus hijos en natación es una decisión maravillosa: no solo aprenden una habilidad que puede salvarles la vida, también desarrollan confianza, coordinación y amor por el agua. Sin embargo, en este proceso tan importante, es normal que algunos papás cometan errores sin darse cuenta.
Aquí te compartimos los más comunes, ¡para que los evites y acompañes mejor a tus peques en su aprendizaje acuático!
Cada niño tiene su propio ritmo. Algunos se sienten cómodos desde el primer chapuzón, mientras otros necesitan más tiempo para adaptarse. Evita frases como “¿por qué no puedes hacerlo?” o “tu hermanito ya lo logró”. Lo ideal es motivarlos con paciencia, no compararlos.
La natación es un proceso. Aunque en las primeras clases ya hay avances (como perder el miedo o sumergirse), aprender a nadar con seguridad lleva tiempo y constancia. Confiar en el instructor y en el proceso es clave.
Muchas veces se inscriben solo unas semanas y luego lo dejan. Pero nadar requiere práctica constante. Además, entre más tiempo estén en el agua, más seguros y felices se sienten. Dale continuidad a su proceso y verás cómo avanzan paso a paso.
Además… ¡Es divertido! Y si tienes hijos, qué mejor que compartir este aprendizaje con ellos o dar el primer paso para que también lo hagan.
Muchas veces se inscriben solo unas semanas y luego lo dejan. Pero nadar requiere práctica constante. Además, entre más tiempo estén en el agua, más seguros y felices se sienten. Dale continuidad a su proceso y verás cómo avanzan paso a paso.
Tu acompañamiento es clave, pero desde un lugar de confianza, paciencia y ánimo. Los mejores resultados se logran cuando papás, niños e instructores trabajan en equipo. ¡Agenda tu prueba diagnóstico!