El agua es un medio natural que ofrece a los bebés un espacio único para explorar, moverse y aprender. Desde los primeros meses de vida, la natación y las actividades acuáticas se convierten en un aliado para el desarrollo físico, emocional y social. Pero, ¿cómo influye exactamente el agua en el desarrollo motriz de tu pequeño?
Aquí te compartimos los más comunes, ¡para que los evites y acompañes mejor a tus peques en su aprendizaje acuático!
En el agua, los bebés pueden mover brazos y piernas con más facilidad gracias a la flotación. Esto les permite experimentar movimientos que en tierra serían más limitados, ayudando a fortalecer músculos y articulaciones.
Las actividades acuáticas fomentan la conexión entre el cerebro y el cuerpo. Al salpicar, flotar o seguir un juguete, los bebés desarrollan coordinación ojo-mano y una mejor percepción espacial.
El contacto con el agua, las diferentes temperaturas y la interacción con sonidos y juegos acuáticos activan los sentidos del bebé, potenciando su desarrollo cognitivo y su capacidad de adaptación a nuevos estímulos.
Los ejercicios acuáticos ayudan a que los bebés trabajen el control de su cuerpo. Flotar o sostenerse en el agua favorece el desarrollo del equilibrio y contribuye a una postura más firme y segura.
La familiaridad con el agua desde edades tempranas reduce la posibilidad de que los niños desarrollen temores al nadar. Al contrario, aprenden a sentirse cómodos, seguros y felices en este entorno.
La matronatación no solo fortalece al bebé, también crea momentos de unión con mamá o papá. Estos espacios compartidos refuerzan la confianza, la seguridad y la conexión emocional.
La natación temprana busca acompañar el desarrollo integral del bebé en un entorno divertido, seguro y estimulante. Cada juego en el agua es una oportunidad para crecer, aprender y disfrutar, agenda una prueba diagnóstico para ti y tu bebé.
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